En primavera… ¡Cuidado con las orugas!
Estamos a punto de comenzar una de las estaciones más bonitas del año, en la que la naturaleza resurge, nuestros bosques y jardines se llenan de flores y se visten de verde.
Sin embargo, con esa explosión de vida, también salen de sus nidos esos ejércitos de orugas que bajan de los árboles para continuar su proceso de reproducción, la procesionaria del pino, que llena de hileras en movimiento los lugares de paseo de nuestros perros y son un gran peligro para ellos.
La procesionaria, o Thaumetopoea pityocampa, es un insecto común en nuestro país, que se caracteriza por la gran cantidad de pelos que tienen en su cuerpo. Estos pelos o tricomas, son altamente urticantes y ocasionan desde alteraciones cutáneas locales más o menos graves, como enrojecimiento y picor en los ojos y en la piel, hasta necrosis de la lengua o incluso shock anafiláctico.
Al final del verano la mariposa de la oruga procesionaria pone sus huevos en las copas de los pinos o abetos. De ellos eclosionan las orugas, que se agrupan en unas formaciones algodonosas blancas en las zonas más soleadas de estos árboles. Al comienzo de la primavera, las orugas salen de estas bolsas y descienden en hilera en busca de un terreno blando donde enterrarse, para convertirse bajo tierra en crisálidas que, ante condiciones favorables, pasan a mariposas, que salen del suelo y comienza de nuevo el ciclo.
Las orugas son realmente peligrosas para nuestros perros que, si entran en contacto con sus pelos urticantes, pueden sufrir graves problemas, o incluso morir.
Si en nuestra zona de paseo vemos las bolsas de orugas en los árboles o las hileras directamente, hemos de tener mucho cuidado y llevarle con correa para evitar el contacto. Los pelitos de la procesionaria se adhieren en zonas desprotegidas de su cuerpo, como boca, trufa y ojos y, aparte del dolor y picor que producen, pueden llegar a destruir los tejidos. Es especialmente importante que no lleguen a la lengua o a la garganta, pues la inflamación puede llegar a asfixiar al animal.
Si sospechamos que nuestro perro ha podido entrar en contacto con alguna oruga es conveniente lavar la boca con abundante agua y, sin perder un segundo, llevarlo rápidamente al veterinario, el tiempo es un factor crucial en la gravedad del proceso.
Por todo esto, estad atentos: en primavera un enemigo peludo acecha en los parques.